¿Espera usted ayuda?®
por Emilio Santamaría S.
26 de Marzo, 2011
Caminando por el bosque, un sacerdote budista vio asombrado a una pobre zorra a la que le faltaban las patas traseras. Conmovido, pensó que el pobre animal estaba condenado a morir de hambre, ya que estaba privado de buscar sustento. Sin embargo, observó que un tigre se acercaba a ella, y lejos de agredirla como esperaba, le entregó comida. Atónito, decidió observar lo que ocurría en los días siguientes. Para su asombro, el tigre siguió llegando puntualmente, y la zorra sobrevivió. El hombre interpretó lo que había presenciado como una señal de Dios, y decidió sentarse en lo más profundo del bosque, en actitud contemplativa, absorto en los pensamientos de la bondad del Todopoderoso que proveería también su sustento. Pero pasaron los días, y la ayuda no llegó. El monje se debilitaba, pero su fe lo hacía persistir en su intento de seguir las instrucciones. Más como la situación se volvía insoportable, y sintiendo que moriría, clamo increpando a Dios y le reclamó su falta de atención. “He seguido tus señales” dijo, “pero veo que lo que haces con un simple animalito como la zorra, no lo haces por uno de tus monjes, ¿por qué Señor?”. Fue entonces cuando escuchó una voz suave pero firme: “¡Ah hijo mío! Interpretaste mal mi mensaje. ¡Es el papel del tigre el que debiste asumir, no el de la zorra!”
Mucha gente se hace la misma pregunta del monje. La respuesta llegará si escuchamos atentamente. Entonces comprenderemos que Dios trabajará a través de nosotros, de lo que podemos hacer. Sentiremos en toda su intensidad la responsabilidad que nos confiere. Debemos de ayudar a quien lo necesite, nos toca jugar el papel del tigre, no el del zorra. Las oportunidades de ayuda nos rodean, están en todas partes. Veamos que no nos pase lo que al pequeño pez que preguntaba al grande dónde podía encontrar el océano, mientras nadaba en el. Nos hará bien la recomendación que Anthony de Mello le dio: “Deja de buscar, pequeño pez. Sólo tienes que abrir tus ojos y mirar. No puedes dejar de verlo”.
LO NEGATIVO: Sentir tanta conmiseración por nosotros mismos, que nos volvamos dependientes, esperando siempre por la ayuda de los demás.
por Emilio Santamaría S.
26 de Marzo, 2011
Caminando por el bosque, un sacerdote budista vio asombrado a una pobre zorra a la que le faltaban las patas traseras. Conmovido, pensó que el pobre animal estaba condenado a morir de hambre, ya que estaba privado de buscar sustento. Sin embargo, observó que un tigre se acercaba a ella, y lejos de agredirla como esperaba, le entregó comida. Atónito, decidió observar lo que ocurría en los días siguientes. Para su asombro, el tigre siguió llegando puntualmente, y la zorra sobrevivió. El hombre interpretó lo que había presenciado como una señal de Dios, y decidió sentarse en lo más profundo del bosque, en actitud contemplativa, absorto en los pensamientos de la bondad del Todopoderoso que proveería también su sustento. Pero pasaron los días, y la ayuda no llegó. El monje se debilitaba, pero su fe lo hacía persistir en su intento de seguir las instrucciones. Más como la situación se volvía insoportable, y sintiendo que moriría, clamo increpando a Dios y le reclamó su falta de atención. “He seguido tus señales” dijo, “pero veo que lo que haces con un simple animalito como la zorra, no lo haces por uno de tus monjes, ¿por qué Señor?”. Fue entonces cuando escuchó una voz suave pero firme: “¡Ah hijo mío! Interpretaste mal mi mensaje. ¡Es el papel del tigre el que debiste asumir, no el de la zorra!”
Mucha gente se hace la misma pregunta del monje. La respuesta llegará si escuchamos atentamente. Entonces comprenderemos que Dios trabajará a través de nosotros, de lo que podemos hacer. Sentiremos en toda su intensidad la responsabilidad que nos confiere. Debemos de ayudar a quien lo necesite, nos toca jugar el papel del tigre, no el del zorra. Las oportunidades de ayuda nos rodean, están en todas partes. Veamos que no nos pase lo que al pequeño pez que preguntaba al grande dónde podía encontrar el océano, mientras nadaba en el. Nos hará bien la recomendación que Anthony de Mello le dio: “Deja de buscar, pequeño pez. Sólo tienes que abrir tus ojos y mirar. No puedes dejar de verlo”.
LO NEGATIVO: Sentir tanta conmiseración por nosotros mismos, que nos volvamos dependientes, esperando siempre por la ayuda de los demás.
LO POSITIVO: Entender el mensaje. Comprender el rol que nos toca desempeñar en este mundo. Dios nos pide jugar el papel del tigre, no el de la zorra.
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