La vida del que busca
Día a día mi gusto se torna exquisito y valoro lo que antes no podía ver y la variedad de los colores parece acercarse al infinito.
Día a día mi comprensión se hace más profunda y penetro los túneles del continuo; y las dimensiones invisibles se extienden hasta que lo real no se distingue de la magia.
Día a día percibo la voz del silencio, la voz del palpitar, del respirar y la de cada pensamiento; llegando a desnudar los misterios ocultos en la expansión envolvente y en lo lejanamente minúsculo.
Ya casi puedo ver el rostro oculto de mi luna que al quitarse el velo parece desnudar la gloria con piel y aroma de mujer.
Mis sueños ya no parecen fantasias, se establecen como ley que configura mi destino y al adquirir la tierra de mi trabajo se tornan visibles al resto del mundo.
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